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El ritual de San Juan en la Murga de la Estación

Con el teatro y el humor como condimento murguero, la fiesta de San Juan reunió a cientos de personas en la calle Pedro Méndez. Un encuentro entre vecinos para resistir al futuro incierto, estando presentes.

Nuestra tierra es hogar de una ceremonia tan particular como lo es la Fiesta de San Juan. Su origen pagano, que tiene que ver con el solsticio y la venida en nuestros pagos del invierno, ya se ha resignificado a un punto de no retorno. Recuerda al carnaval, pero sucede una noche y en ella hay una especie de exorcismo.

Siempre me gusta recordar la canción de Serrat, por lo sintético de su palabra que encierra ese espíritu de celebración. Hay una licencia para suspender muchas de nuestras creencias más cotidianas y volver a la sustancia, volver al mundo también. Porque si de revalorizar nuestras tradiciones hablamos, lo que vence al algoritmo hoy en día es la fiesta en la calle, el triunfo del famoso y difuminado «pueblo» oculto tras la moda de los tiempos.

La Murga de la Estación resiste al paso cruel de las tendencias y la agenda del medio porque convoca a su público y existe a través de él, cambia con él y así nunca puede agotarse, mientras se actualice. Y como se trata de un proyecto de Teatro Comunitario hecho por vecinos para vecinos, su mirada esquiva el discurso imperante y lo cuestiona desde el humor y el hacer colectivo, poderosas herramientas para que un hecho artístico se concrete.

Eso y la gente claro, que rebalsa la calle y se encuentra de forma directa, se reconoce como parte de esta gran comunidad que también podemos ser sin mediar plataformas. El hallazgo después de tantos años de vivir esta experiencia, al menos para quien escribe, tiene que ver con lo siguiente: como sociedad, como comunidad más bien, tenemos herramientas para volver a anclarnos en el presente. Lo digo por el futuro incierto y la falta de respuestas, por la contradicción de empobrecernos siendo campeones del mundo.

Purgar un demonio interno, un fantasma, expulsar los males, espantar las malas energías; esa lista de imágenes de sanación que se presentan en estas ceremonias públicas tienen el propósito quizá, de conectarnos con una percepción más ¿atávica? Quizás una vuelta a las bases suena más simple. Pero no es volver al pasado a lo que me refiero, retroceder, sino más bien, hacer la del maestro buda que se concentra en respirar, pero de forma colectiva. Y quiero decir, la fiesta de San Juan quizá no sea suficiente pero el calor de las brasas en la quema del Judas y todo ese baile ayudan a pensar con optimismo.

Espero que nunca dejemos de construir excusas en Posadas y en cada rincón para seguir reuniéndonos sin dispositivos ni interlocutores que no estén dispuestos a bajar al barro social. Lo anhelo porque duelen muchos costados de la realidad, pero también porque confío en el valor del arte como herramienta de transformación social. ¿Qué es hacer teatro hoy en día? Parece una idea sin sentido en estos tiempos, poco digerible para cualquier tipo de inteligencia, artificial o no. Por suerte, la noche de San Juan no tiene que ver con eso, sino con el espíritu colectivo, con esa mística que «no te lo puedo explicar porque no vas a entender», como cantan por ahí.

Ph: Santiago Escalada Matzke, Red de fotógrafos de Teatro Comunitario