Conocé a Majo Staffolani: antes chipera, ahora cineasta de las grandes ligas

La muchacha oriunda de Eldorado lleva una vida entera dedicada a dos pasiones: el cine y las chipas. Con la última pudo costear sus estudios en Buenos Aires, ya trabajó en un proyecto para Disney y además está arrancando un ciclo de entrevistas increíbles.

Parece nunca perder actualidad la frase de Charly García que dice “¿Por qué tenemos que ir tan lejos para estar acá?” en su canción Plateado sobre Plateado (Huellas en el mar). Es que los recorridos de la vida nos pueden parecer insólitos si miramos las escenas de una vida a través de simples postales.

Tal es el caso de Majo Staffolani, que pasó de improvisar programas de radio en la plaza de su ciudad natal a trabajar en México para Disney Latinoamérica en su primera producción exclusiva para la región. Si queremos revisar otra de sus escenas, la cineasta contó en Infobae que pasó de estar amasando chipas a estar presentando su película en Londres.

Sí, la verdad que se hace difícil dimensionar el camino mientras se anda, haciendo paráfrasis de otra vieja canción. Para Majo era totalmente impensado dedicarse al cine porque en Eldorado no había uno ni siquiera, tampoco televisión en su casa. Conoció los primeros dispositivos gracias a un tío suyo que era sonidista y les prestó un micrófono y una cámara para que jueguen.

El tiempo y su historia familiar la llevaron a vivir a Buenos Aires, mudarse a capital le permitió encontrar otras cosas que se volvieron muy importantes para su identidad, como su pasión por la música y también el poder salir del closet para asumirse lesbiana. Sin saber en qué se estaba metiendo, ingresó a la Universidad Nacional de las Artes y encontró por fin su primer lugar de pertenencia absoluta.

Las dificultades para seguir creciendo en esta carrera no le afectaron. “Me acuerdo que en un profesor de producción nos preguntó a los alumnos quién tenía una casa para hipotecar, y levantaron la mano solo dos, y nos dijo: ‘Sino tienen una casa para hipotecar no se pueden dedicar al cine’”, contó. Sabiendo que esa barrera tenía mucho de cierto, decidió torcer esa lógica en la que el cine no es un lugar diseñado para “una misionera, lesbiana, y pobre, que encima había estado enferma a punto de morir”.

Porque sí, Majo también tuvo un episodio muy particular en su vida, hace 13 años le había diagnosticado una insuficiencia suprarrenal autoinmune que supuestamente no tenía cura y le daba muy poco tiempo de vida. Pero ella cree en los milagros, y algo de eso ocurrió porque su salud mejoró y pudo realizar muchos sueños después. “Tengo tatuado un Jesús gigante en la pierna, la palabra resurrección, las iniciales de Dios en una mano, porque yo recontra creo, soy una convencida de que Dios y los milagros existen, y estoy segura de que yo me sané gracias a Dios” afirma sobre su espiritualidad.

Con tantos proyectos personales dentro del mundo audiovisual, su experiencia con vender chipas tuvo que tener un final. Empezó como un emprendimiento que le iba a permitir costear su primer película, pero eso sucedió y la cosa no se terminó hasta que tuvo su primer llamado de México, luego de grabar un videoclip en la pandemia. La propuesta era trabajar en Disney para uno de sus primeros contenidos hechos en Latinoamérica. Las horas dedicadas al almidón de mandioca tuvieron que llegar a su final.

Actualmente, con varias películas realizadas y otras tantas producciones en su haber, Majo está cumpliendo su sueño de hacer un ciclo de entrevistas. Los episodios se van a publicar próximamente en YouTube y Spotify, y lo irá anunciando en sus redes sociales -en Instagram @majostaffolani-. “Nos ponemos a hablar de por qué tengo una vida que era imposible que yo tenga, con mi situación, e invito a que la gente crea y sepa que también tiene una posibilidad de hacer lo que la haga feliz, que urge ser coherentes con quiénes somos y quiénes queremos ser, y mientras hacemos eso, tomamos mate y le llevo chipa a los entrevistados”, concluye con una sonrisa.