Ingrid Grudke tiene la sencillez de quien sabe de dónde viene, pero también la luz de quien conquistó el mundo. En una charla íntima con Gabriel Corrado, la modelo misionera, de raigambre internacional, reveló que sus primeros pasos no fueron en tacos aguja ni frente a los flashes, sino en la cancha de básquet y en la vida tranquila de la colonia.
“Lo único que conocía de moda era lo que miraba mi mamá en la tele”, confesó, entre risas. Pero a veces el destino se disfraza de casualidad y una noche cualquiera, con apenas 16 años, salió a un boliche de Posadas y allí, sin sospecharlo, quedó marcada para siempre. Esa salida adolescente fue el trampolín hacia el modelaje profesional y, más tarde, hacia las pasarelas más codiciadas del planeta.
De esa chica que soñaba con encestar una pelota a la mujer que deslumbra en París, Milán o Buenos Aires, hubo un solo paso: la oportunidad. Y ella supo aprovecharla. Hoy, Ingrid es sinónimo de elegancia y estilo, pero nunca pierde de vista sus raíces: «siempre llevo conmigo la esencia de Misiones”, aseguró con orgullo.
Nadie en aquella colonia misionera imaginaba que la adolescente de ojos claros se transformaría en musa internacional, solo sus amistades. Pero así fue: un boliche, un scouting y un destino que terminó escrito entre luces, cámaras y glamour.
