Brillos, tijeras doradas, café con amigas y sueños pegados en papel. Los últimos días de diciembre llegan cargados de propósitos —algunos ambiciosos, otros directamente imposibles— que prometemos cumplir apenas arranca el año nuevo: hacer más ejercicio, animarnos a una nueva pasión, bajar un cambio o reinventarnos por completo. En ese ritual de deseos, hay una tendencia que suma intención, estética y bienestar emocional: el vision board.

Lejos de ser solo un collage bonito sacado de Pinterest, el vision board propone algo mucho más profundo y poderoso: regalarnos un momento con nosotras mismas para pensar quiénes somos hoy y hacia dónde queremos ir. Elegir imágenes, recortarlas, tocarlas, ordenarlas… para muchas personas, este proceso tiene algo de meditación activa. En un mundo que va a mil, frenar, reflexionar y conectar con lo que nos hace bien se vuelve un verdadero acto de amor propio.
Manifestar, pero con estilo (y conciencia)
En Posadas, Laura Saucedo, referente local de esta práctica, cuenta que este será su quinto año consecutivo creando su vision board. ¿El resultado? Cada vez más metas cumplidas.
“Todas tenemos ganas de hacerlo, pero no se trata solo de pegar imágenes lindas. Si no hay intención, no sirve”, explica.
Laura comparte tres claves infalibles para que el vision board funcione de verdad (y no quede olvidado en un cajón):
1. Ordenar la mente antes de pegar imágenes.
Dividir el tablero por secciones como trabajo, identidad, relaciones, metas o creatividad ayuda a tener claridad. Hacerse preguntas —mentalmente o por escrito— abre una conversación interna poderosa.
2. Elegir imágenes en las que te veas reflejada.
Que sean estéticas, sí, pero también reales. “La idea es que sientas que podrías haber sacado esa foto vos”, dice Laura. Esto ayuda a que el cerebro lo perciba como algo posible.
3. Afirmaciones positivas, como si ya estuviera pasando.
Frases en presente, emociones claras y una vibra de gratitud. Manifestar también es entrenar la mente.


