Xbox admite la derrota ante Playstation

La guerra de las consolas tiene su resultado final: Microsoft expuso los números de venta de la Xbox One de la anterior generación, y vendió menos de la mitad que su competidora, la Playstation 4.

Durante años, Microsoft mantuvo las ventas de Xbox One en secreto y ahora sabemos por qué: finalmente admitieron que Sony, con su PlayStation 4, ganó (y por mucho) la guerra de consolas de la generación pasada de videojuegos.

En su momento, cuando fueron anunciadas estas consolas, Microsoft anticipó que no se podrían compartir los juegos comprados con otros usuarios. Su rival aprovechó el rechazo generalizado para realizar una campaña en la que mostraban que sus juegos sí se iban a poder prestar entre amigos. Desde entonces, siempre se especuló con el resultado final de la batalla aunque los resultados siempre estuvieron a la vista.

En el marco de las audiencias para que Brasil apruebe la compra de Activision Blizzard por parte de Microsoft, la compañía tuvo que develar información sobre las ventas de su consola previa, que había dejado de dar a conocer en 2016. «Sony pasó a Microsoft en términos de ventas de consolas, habiendo vendido más del doble que Xbox en la generación pasada», admitió la empresa en uno de los documentos.

El total de unidades vendidas de la PlayStation 4 cerró en marzo con un informe final que las ubicó en 117,2 millones. Si bien Microsoft no proveyó números precisos sobre la Xbox One, su declaración sugiere que hayan sido menos de 58,5 millones.

A pesar de la derrota, especialistas creen que el trabajo de Microsoft en esa consola fue clave, en cuestiones técnicas, para el pasaje a la nueva generación. En la actualidad, creen que la distancia entre ambas compañías es más pequeña: Sony terminó el 2021 con 17 millones de unidades vendidas, 1,6 veces más que las ventas de Xbox.

Todas las idas y vueltas se revelaron en el contexto de la compra de Activision Blizzard por parte de Microsoft. La adquisición de u$s70 mil millones está pasando actualmente por el ojo del gobierno de Brasil para verificar que no incumplan leyes antimonopolio.