Gisela Sousa Dias, reconocida por sus relatos que combinan sensibilidad, precisión y ritmo narrativo, volvió a conmover al aire de Vuelta y Media, el programa de Urbana Play conducido por Sebastián Wainraich, Julieta Pink y Pablo Fábregas. Esta vez, compartió una historia real que se volvió viral y que tiene como escenario central a la ciudad de Posadas, Misiones. “Hoy les voy a contar la historia de una chica que se enamoró perdidamente en un colectivo”, comenzó Gisela, en una de esas crónicas que logran capturar la atención desde el primer segundo.
La protagonista de la historia es Andrea Recalde, una joven criada en Posadas por su abuela, una mujer estricta que buscaba evitar que su nieta repitiera el destino de su madre, quien había quedado embarazada a los 15 años. Andrea, sin embargo, conoció el amor en el colectivo 17, mientras iba al colegio. Todos los días se cruzaba con el mismo chico, Marcelo. “Era mirame, mirame, mirame… hasta que un día se dieron el primer beso”, relató Gisela. Pero la felicidad fue breve: al enterarse del romance, la abuela la envió a Buenos Aires con la excusa de unas vacaciones. Lo que Andrea no sabía era que no volvería por años.
Posadas, sin embargo, seguía siendo el centro emocional de su vida. A los 15 años, la abuela le permitió regresar solo para festejar su cumpleaños. En esa fiesta, Marcelo apareció de sorpresa. “Ella lo vio y sintió que se desmayaba. Fue una emoción física”, describió Gisela. Años más tarde, tras un matrimonio forzado, una maternidad difícil y una separación dolorosa, Andrea volvió a buscarlo. “Necesitaba verlo. Y él fue.” Volvieron a encontrarse, y por primera vez, ya adultos, vivieron el amor que había quedado trunco décadas atrás.
En 2010, el destino volvió a unirlos en una panadería de Posadas. Marcelo, recién separado, entró y preguntó: “¿Me das algo rico para el mate?”. Andrea lo reconoció de inmediato. Pasaron el fin de semana juntos y él le confesó: “Probé de todo, pero vos sos el gran amor de mi vida”. Incluso la abuela, símbolo de una generación de rigidez, terminó pidiendo perdón. “Pensé que no eras el hombre indicado. Ahora sos como un nieto más”, le dijo a Marcelo. En Posadas, donde empezó todo, también se cerró el círculo. Allí, entre colectivos, cartas y reencuentros, Andrea y Marcelo encontraron lo que siempre había estado esperándolos: una historia de amor que resistió al tiempo.