María Tresols y una vida dedicada a la palabra

Nos tomamos un rato para conversar con María acerca de lo profunda y amplia que ha sido su carrera en este poco tiempo de vida. Pronto sale su primera novela, pero eso es apenas un 20% de todo lo que sucede en el universo de Tresols.

María es una artista con mucho recorrido para la poca edad que tiene. Con apenas 32 años, ya pasó por diferentes momentos musicales, se ha lanzado al diseño, el collage, hace tatuajes con el estilo handpoke y desde siempre escribe. No lo había pensado antes de conversar con ella, pero el juego de la lengua y sus bifurcaciones son el eje de su trabajo. En ella, las expresiones cotidianas se juntan con ideas, a veces más complejas de sintetizar, y juntas arman una coreografía pop con una dosis de lisergia de la Tierra sin mal.

La editorial Neaconatus supo captar esto como un gran potencial y tanto Carlos Piegari como Alberto Szretter insistieron en que debía lanzarse a la publicación. Al formato libro, vale aclarar, porque María tiene un proyecto llamado @sovotodoeltiempo en Instagram, donde comparte su escritura junto a una gráfica sencilla pero con mucho punch. Ha cosechado un gran feedback desde ese barco y es admirada y reconocida por la capacidad que tiene de conmover a muchos en un espacio donde la superficialidad impera. Encima, eso no es todo, porque también hace hip hop y rapea desde su temprana adolescencia, y su proyecto Mirti es toda una apuesta alternativa, un power trío de rap y beats muy frescos y bailables.

En la previa a su presentación, que será el miércoles 30 de noviembre en la Biblioteca Popular Posadas, charlamos sobre algunas cuestiones que hacen a su historia, a entender que lo que está por acontecer ahora con la novela “El Club de las Señoras Desinformadas” no es casualidad ni mucho menos. Como nuestra conversación fue a través de Whatsapp y ella eligió contestar por escrito, me pareció elegante respetar ese ping pong de preguntas y respuestas que las comparto con las mínimas modificaciones para facilitar la lectura.

La charla

J: Mis primeras preguntas serían: ¿Qué podemos encontrarnos en El Club de las Señoras Desinformadas? ¿Propone algo diferente a lo que compartís en redes o busca tener continuidad?

M: En el Club de las Señoras Desinformadas se puede encontrar todo lo que no comparto en redes (además de un poquito de eso). En @sovotodoeltiempo experimenté con poesía en verso, cosa que nunca había hecho si no era en canciones. En casa siempre se escribió y leyó poesía, por alguna razón a mí la solemnidad poética me resultaba incómoda, pero siempre escribí de forma poética, aunque fuera en prosa. La prosa fue donde encontré mi lugar y al verso lo dejé para las canciones, aquello que no fuera leído. Cuando comencé a compartir cosas en só vó, decidí ir por ese lado nunca explorado, poesía en verso.

En este libro incluyo algunos poemas, una selección de poemas románticos, porque uno de los relatos da pie, pero está lleno de prosa y de historias de ficción, algunas mucho más poéticas que otras. Dos apartados están compuestos por varios capitulitos y el resto son relatos breves y otros brevísimos, lo que considero mi mejor medio y nunca compartí en ningún lado (a excepción de un relato en JAM). También hay algo de ilustración con collage y caras de gatitos, claro. También creo que se puede encontrar música, tanto en la forma de escribir como en referencias.

J: ¿Tenés conciencia de cuándo empezaste a escribir?

M: Sí, recuerdo el primer cuento breve que intenté escribir, no sé bien qué edad tenía, pero sí que recién salían las primeras computadoras y mi padre tuvo una, yo la usaba para jugar a la viborita y ahí escribí el primer cuento que recuerdo, en letras courrier verdes con fondo negro, en teclado de esos muy grandes, impreso en las hojas que tenían redonditos a los costados y era una hilera que venía con línea de cortado. Un cuento de monos que comen bananas, supongo que tendría entre 6 y 7 años. Pero también tengo el registro de relatos orales, cuando aún no sabía escribir, dábamos vueltas en auto a la noche después de la cena y yo escondía la cabeza entre las piernas e inventaba alguna historia. Esto me vino en algún recuerdo que no sabía si era real, pregunté a mi mamá y me confirmó que sí, ella era la única que llegaba a escuchar algunas partes de estas historias.

J: ¿Y la música?

M: Creo que siempre influyó, porque escuchar y leer cosas como Fito, Calamaro, Charly, el Indio, Silvio Rodríguez, Aute, Los Rodríguez, Sui Generis, Sabina, Sumo, Soda, Divididos, etc. además de sucederme musicalmente, generaba inconscientemente una atención a lo lírico que aún descubro útil y presente en todo lo que escribo, eso puede verse referenciado y exaltado en el libro. El recuerdo de leer a los 7,8 años el librito del cassette de «la mosca y la sopa» y flashear con las letras además de la música, leer los libritos de las letras de Alta Suciedad mientras lo escuchaba, creo que son cosas que me aportaron muchas herramientas y una memoria afectiva con lo escrito y su musicalidad que para mí esconde un sentido hermoso y un motivo perfecto para escribir cualquier cosa. Luego, encontrándome con el rap pude pensar en escribir versos para tener voz y no ser leídos, una experiencia distinta, pero aún en esas composiciones la música que escuché siempre y sus herramientas estaban ahí contenidas.

J: ¿Y podría decirse que ambas facetas arrancaron más o menos al mismo tiempo? ¿Buscás conjugarlas en la actualidad o te gusta separarlas en tu proceso creativo?

M: Rapear lo que escribo me parece muy divertido, pero si tengo que elegir una herramienta es lo escrito y la prosa, estuvieron siempre y creo que mucho antes de que pensara siquiera en rapear algo; igual que la música, antes que el rap, los redondos estaban ahí, el primer rap que escuché fue uno de sabina con manu chao (na que ver jaja)

J: ¿Y entonces cómo fue que terminaste siendo una referente del hip hop acá? ¿Influyeron las amistades, la época tan prolífica para el género?

M: Sí, para los 14 15 ya estaba mechando recis de rock y ser rolinga con escuchar rap, mis amigos tenían una banda, me llamaba mucho la atención esa forma de escribir, empecé a aprenderme temas de rap que me gustaban mucho y tratar de rapearlos y en algún momento me fui a Posadas, me crucé con gente que lo hacía en su casa y me di cuenta de que sabía escribir y podía rapear. Ahí nomás empecé a hacerlo porque era muy divertido y me rodee de gente que estaba en un constante proceso de hacer música y escribir para rapear, creo que en ese sentido la junta fue fundamental, Tubichá y Endela Reco me impulsaron a dedicarme a eso y tomarlo en serio, de hecho rapear (cualquier cosa que significara subirse a un escenario) para mí era un panic attack, también fue una forma de experimentar con la voz a partir de la escritura y así superar mucho miedo.

J: ¿Hoy en día, cómo es para vos tu relación con el escenario? Teniendo en cuenta que ya has pasado por diversos proyectos musicales, te gusta pararte sola o preferís el acompañamiento como sucede en Mirti?

M: Ya no me da tanto pánico como antes, pero siempre es algo a enfrentar. Sí pude reconocer lo divertido de hacerlo, encontrar ese espacio de comodidad dentro de la exposición que representa, el por qué subirse a compartir algo también e identificar con qué tipo de cosa me siento más a gusto. Mirti es el proyecto con el que mejor la paso subiéndome a un escenario, creo que porque me divierte, nos divertimos mucho y eso es algo que se transmite, la gente también se divierte y lo que le llega es algo que utilizan de muchas formas, el mensaje logró ser claro y conciso y sirve, eso me motiva mucho. Pero me siento mucho más capaz de agarrar un micrófono para lo que sea y no pasarla mal como la pasaba cuando me obligué a hacerlo las primeras veces y valoro haber transitado y trabajado esa parte, sobre todo porque me enseñó que aquello que más miedo nos da, siempre nos deja algo bueno si lo afrontamos.

J: Tenés también una faceta que tiene que ver con el diseño, el collage, la composición a través de la imagen incluso dentro del tatuaje. ¿Cómo se completa este triángulo artístico para vos?

M: El collage es algo que también estuvo en mi vida desde pequeña, cuando aún no había internet masivo y se podía descargar música del ares, en mi colegio un chico grababa cds. Yo le pedía compilados y con collage (analógico) le hacía las tapas. Luego seguí haciendo collages analógicos siempre con la idea de lograr algo como lo que pude recién en sovotodoeltiempo de forma digital en 2019.

J: ¿Y tenés expectativas sobre tu primera publicación?

M: La verdad no, expectativas ya cumplidas, que Carlos y Alberto quieran publicarlo y me hayan impulsado (y apurado jaa) a hacerlo y que Café haya escrito un prólogo que me emociona, que vos y Lucía estén presentes, me llena de alegría y ya es un gran guiño cariño a lo que escribo. Me gustan más los deseos, deseo que alguna de esas palabras llegue a los lugares indicados y haga cosas mágicas como lo hicieron conmigo.

J: Gracias, Mar, por tu tiempo y tus palabras 🙂

M: Gracias a vos! : ) ♡