La otra cara del Festival del Litoral

Con una agenda muy cargada a fin de año, un mundial en fechas inusuales y una gestión que prioriza otros asuntos como el asfalto, el turismo y la obra pública; la falta de organización en el festival más importante de la región se hizo notar.

A diferencia del año pasado, el Festival del Litoral y el Mercosur viene mostrando una versión humilde de lo que ha sido en otras ediciones. Mucho tuvo que ver que en el 2021 la vuelta a la plena presencialidad sugirió una especial animosidad para volver a vivir la experiencia. Sin embargo, teniendo en cuenta la cargada agenda de fin de año que involucran asuntos como el Mundial de Qatar, y los inconvenientes para llegar a fin de año; podemos decir que el Festival ha pasado un tanto desapercibido.

Tampoco hubo un lapso largo de tiempo entre que se anunciaron los artistas oficialmente y la fecha establecida para el evento. Dos semanas antes, no se tenía definido un punto de venta para los tickets y la cantidad de entradas que estaban disponibles por internet era bastante escasa. El lema tuvo que ver con la coincidencia que está la vista de todos: “Este año el Festival es Mundial”. La campaña y las declaraciones anexas tuvieron que ver, en sintonía con lo anterior, con hacer del encuentro, un producto for export que atraiga de nuevo, más turismo.

Sin embargo, algunas situaciones son difíciles de maquillar cuando la urgencia vence al orden y a pesar de estar anunciado hace diez días en Google, este viernes no se supo hasta último momento si se llevaría a cabo o no, la segunda antorcha, que logró juntar bastante público hacia la medianoche pero no le pisó ni los talones a otras concurrencias multitudinarias de otros años. Para agregar color, lo primero que sucedió en el escenario fue una extraña muestra de Cri Cri, en el que un grupo de niños interpretaba una escena de una película de Disney. La compañía forma parte de Grillos Sinfónicos, y para cerrar eligieron una canción, coreografía y video de una escena de High School Musical. La de Zac Efron cuando era pequeño y jugaba al básquet pero quería ser cantante pop. Todo muy del Litoral.

El clima también afectó a la calidad del sonido, como le pasó a Antonio Tarragó Ros, que quiso acercarse a las gradas con el acordeón y terminó provocando una saturación espantosa, punzante. Lo positivo tiene que ver con el respeto que ha incorporado el público, aceptando intervenciones muy diferentes a lo acontecido hasta ahora en el festival. Sonkoi, por ejemplo, una banda de Puerto Rico, tuvo el desafío de arrancar la jornada y se lució con una formación que incluía bajo y baterías con un estilo muy funk. La gente explotó cuando nombraron a Chango Spaciuk, quien a su vez les devolvió palabras de cariño, asegurando que “no hay escenario como este para tocar”. Cada palabra dirigida al público fue motivo de ovación y su performance fue como siempre, magnífica.

Cerró la parte más suculenta de la noche Tarragó Ros, que si bien no fue tan aplaudido como el Chango ni tan acompañado por las palmas, se dispensó unos chistes con “Lalo” y conversó con su público sobre la primera vez que le tocó participar en el año 1969. Luego de aquello, el intendente le entregó la estatuilla del Mensú de Oro, un premio que busca reconocer la trayectoria y la vigencia de artistas que son parte de la casa.

Otro gran punto que tiene el nuevo formato es la peña que sucede el Parque Paraguayo, en paralelo y para aquellos que no pueden acceder al Festival o quieren vivirlo de otra manera. Con un circuito de emprendedores gastronómicos, el escenario allí se ha vuelto un espacio realmente muy festivo donde cada banda que suena es una excusa para bailar.