La Murga de la Estación celebra 24 años de existencia

En el 24 de marzo de 1999 un grupo de vecinos de Posadas se reunió por primera vez en los galpones de la vieja estación de trenes para hacer teatro. 24 años después, son parte de la cultura y la memoria, que tanto se han ocupado de reivindicar a través de su arte.

No es casualidad, de alguna manera, que el mismo día en que se celebra el Día de la Memoria, la verdad y la justicia, haya nacido pero en el año 1991, la Murga de la Estación. Un grupo de vecinos de la ciudad de Posadas decidieron reunirse a hacer teatro, no como actores y actrices profesionales, sino como vecinos interesados en formar parte de su comunidad a través de la práctica artística. Pero para entender lo profundo de este proyecto, hay que repasar un poquito de historia.

Este fenómeno surge en Buenos Aires y tampoco es casualidad: luego de que se recupere la democracia en Argentina, allá por 1983. Hasta ese entonces, las reuniones de personas no estaban permitidas por el Estado Nacional y las ganas de volver a ocupar el espacio público eran muchas. En ese contexto, aparecieron los grupos de Catalinas Sur en el barrio de la Boca y algo parecido pero diferente se dió en barrio vecino, a través de su Circuito Cultural Barracas.

El Grupo de Teatro Catalinas Sur vino a realizar una función de su obra Venimos de muy lejos al puerto viejo de Posadas (aquel que desapareció tras las obras de la costanera). A la obra la vieron los muchachos de Kossa Nostra, quienes quedaron fascinados con la idiosincrasia del grupo y pensaron que sería muy interesante formar un elenco de Posadas. Así fue que volvemos a ese 24 de marzo de 1991 donde por primera vez, un grupo de vecinos de la ciudad, se reunió para hacer teatro y recuperar la memoria colectiva.

Porque claro, resulta que lo que hace la Murga de la Estación, que así pasó a llamarse luego, es teatro comunitario. A diferencia de un perfil profesional, esta es una organización comunitaria que hace teatro de vecinos para vecinos. No hay distinción de credo, edad ni clases sociales, basta simplemente con sentirse parte de la comunidad para formar parte. Entre sus principales máximas, el decálogo sugiere: “si somos muchos, mucho mejor”. En ese espacio conviven grandes, niños y adolescentes, empleados estudiantes y desempleados profesionales.

El teatro, en este contexto, busca recuperar la memoria colectiva, aquello que no se cuenta en los diarios ni a través de la historia oficial. Se trata de ese relato que subsiste con el boca en boca, nuestra oralidad popular y la relación entre todos los vecinos de la ciudad. Su primera obra se llamó “Misiones, tierra prometida” y cuenta de una manera muy poco lineal y con mucho humor cuáles son las escenas “destacables” de nuestra breve historia como provincia y lo complejo que es nuestro suelo en relación a la diversidad de razas, religiones e idiomas que conviven al mismo tiempo en nuestro pasado y presente.

Pero bajo este método también se ha podido rescatar otra clase de paisajes, como lo ha sido su obra “Gran Baile: Parque Japonés” que cuenta la historia de la capital misionera y el mundo durante los años 40 y 50 a través de una importante pista de baile que funcionó en ese tiempo. En otro enfoque, también han sabido anticiparse a la agenda climática, con su excelentísima “Sobre llovido, pescados” que habla de la contaminación a través de la explotación de los recursos ambientales en el río Paraná. Nada se les escapa, cada parte de lo que somos como sociedad aparece en sus obras y en cada fiesta que celebran de San Juan, festividad regional que también supo ser rescatada por este grupo de teatro.

Su directora, Sara Motta, forma parte desde muy pequeña, cuando apenas era una adolescente. “Como murguera, me queda una frase de la última canción de San Juan que decía: pasamos los noventa, pasamos el 2001, virtual en 2020 y presencial después. Siento que esa resistencia es lo que nos mueve, siempre somos muchos dando vuelta” cuenta sobre la situación actual. Ella, que ha sido apenas una niña adolescente y hoy está al frente del proyecto, se emociona con el paso de las generaciones: “Sofía (su hija) ahora está actuando y ver que las generaciones se renuevan me hace pensar que hay teatro comunitario para rato”.