Germán Lorenzo Robert es un realizador audiovisual y técnico en sonorización, aunque el orden de estos títulos varían en torno al momento. Su trabajo en la industria audiovisual lo llevan a tener un perfil a veces, muy nómade. Estudió en Formosa, vive en Córdoba, suele trabajar en Buenos Aires y visitar Misiones para cerrar el circuito, visitando familiares, recuerdos y amigos de la ciudad capital.
Posadas tiene, para él, demasiados rincones en los que “pasan miles de pelis” a las que vale la pena prestarle atención. Como hace varios años también está escribiendo un guión, o varios, algunas palabras se escapan de lo cotidiano y pasan a formar versos. Estos surgieron de duelos personales, la pérdida de su hermano se encontró con la retrospectiva cruel de un desamor.
También hay una persona que se para desde la siesta misionera para decir lo que tiene que decir. Esos viajes, ese travelling en el que pasa de escenas urbanas al calor de la siesta y el vaso de tereré transpirando son escenas que escribe. “Me gusta imaginarme a las personas en escenas de su vida cotidiana como si fueran pequeñas películas, haciendo cosas random” cuenta y así escribe también.
En Un gran domingo aparecen muchos pasajes de textos que surgieron así, entre el 2018 y el 2020 pero que tuvieron que esperar hasta ser publicados recién ahora, en diciembre de 2023. Pero ese proceso fue necesario para que madure ese universo que se presenta, con mucha potencia y una mirada tierna sobre nuestra propia torpeza. Como mencionamos antes, Germán es complejo porque no dice las cosas de forma lineal, pero es accesible y nos regala imágenes con las que nos podemos reflejar fácilmente.
Trilce Editorial propone además una mirada diferente del libro como objeto. En su confección, se puede ver una fusión entre lo artesanal y la resolución del diseño a través de algunas herramientas digitales. Existe desde 2018 y ha publicado a más de 14 autores locales en diferentes formatos de fanzines, revistas alternativas con el foco puesto en la literatura contemporánea.
Hay un juego de fetiches, de rituales de infancia -algo muy importante en la obra de Germán Lorenzo Robert- y un tratamiento especial. Como la experiencia de leer un libro es cada vez más inusual en estos tiempos que corren, esta publicación es de alguna forma una invitación a otro tipo de lectura.
Se puede prestar, coleccionar o regalar y eso también es algo que resulta un poco absurdo en estos tiempos, donde la individualidad impera. Este pequeño libro de poemas, es entonces, una invitación a pasar un tiempo en la humedad de la siesta misionera, haciendo algo totalmente absurdo como dibujar un corazón con las gotas de la jarra del tere.
