Andrés Paredes, el artista migrante

Muchos artistas de gran calidad y excelente trayectoria pocas veces llegan a lograr lo que Andrés a su corta edad ha vivido. Con una innumerable cantidad de muestras alrededor de globo y muchos kilómetros recorridos, nos cuenta sobre su última muestra en Madrid y la técnica que lo llevó a lo más alto: el calado.

Por Juan Báez Nudelman

Andrés Paredes estudió diseño en la Facultad de Artes de Oberá y desde entonces, su perfil profesional ha escalado a niveles insospechados para lo que puede lograr un artista plástico. En su corta experiencia de vida, ha sido el encargado de darle una nueva identidad de marca a la Ciudad de Apóstoles y algunas de sus obras, pertenecientes a muestras anteriores, incluso forman parte de la colección privada de la Reina Máxima de Holanda.

Con la intención de conocer más sobre lo que conmueve y entusiasma la búsqueda de sus creaciones, compartimos algunas preguntas que el artista se animó a responder por escrito acerca de sus obras y su propia visión de lo que realiza.

¿Recordás un momento particular en el que te encontraste con la técnica del calado o se fue dando?

La técnica del calado, que se llama scherenschnitte, la aprendí en la Facultad de Artes, en Oberá, Misiones, con una profesora suiza. Se trata de recortar figuras con tijeras, las realizaban en las montañas, hace muchos años, en los meses que caía mucha nieve, y les impedía salir afuera. Como estaban aislados, pasaban el tiempo recortando con tijeras esas siluetas, o figuras muy típicas del día a día, del cotidiano. Yo aprendí esta técnica con la profesora Bárbara Kienner. Justamente, Oberá es la Capital del Inmigrante, y para mí es como que me dieron una varita mágica. Yo empecé a hacerlo no con tijera, sino con una trincheta. Recuerdo que estaba en cuarto año de la universidad y estaba todo el día recortando papeles, papeles. Después que me recibí, me fui a trabajar a una productora de cine y video, en Brasil, y fue allí donde en el momento de espera de los renders (cuando se procesa el material), eran horas y horas, porque en ese tiempo demoraban mucho más de lo que demora ahora, y, como no podía hacer otra cosa, recortaba los papeles de las cajas de los cassettes que se entregaban en el canal. Esos papeles se fueron acumulando y fue lo que presenté en Buenos Aires en la galería Palatina. Fueron un éxito. Es una técnica que me va a acompañar siempre, es como un cable a tierra, una especie de pensar y concentrarme.

¿Cómo se conjugan las narrativas de tu obra a través del calado y las tramas que suelen estar presentes?

Con esta técnica, al principio empecé a representar todo lo que tenía que ver con un follaje muy denso, con una naturaleza impenetrable. Como al jugar con el papel y las sombras se transformaban en un enjambre visual que era muy parecido a lo que vivíamos nosotros caminando por el monte, por esos caminos que uno quiere meterse y no puede. Después, fui incorporando como una iconografía muy personal en toda esta trama, como que la trama sostenía una idea, sostenía toda una cuestión personal, como iconos y ahí aprovechaba para contar historias mías, historias prohibidas, pero también era divertido poner mensajes ocultos en esa trama. Después, esa trama me sirvió para empezar a hacer insectos, que se transforman, como mariposas y libélulas. Me llevé la primera mariposa a la Bienal del Fin del Mundo, como que arrastraba toda una vegetación en sus alas y llegaba a un clima muy gélido, y la idea era que jamás podría regresar. A mí me ayuda mucho unir diferentes técnicas con estos calados, que para mí van a estar siempre en las muestras porque son parte de mi vida, de mi hacer diario.

¿La representación de las migraciones surgen de una experiencia personal?

Yo hablo a través de estas mariposas caladas en madera MDF y los cuerpos de resina.

La primera vez que las hice fue en el Museo de la Facultad de Artes, en 2014, y hablaban de esa necesidad de tomar una decisión. Para mí, más que hablar de esa cuestión de las migraciones, es la de la voluntad de tomar la decisión de emigrar, de necesitar hacer un cambio que es vital. Y me gusta pensar que, en ese momento, cuando se toma esa decisión, es como un salto al vacío. Una migración no muchas veces es feliz, a veces uno emigra porque se enamoró, o porque no puede vivir más en un lugar, o porque de ello depende la vida suya y de toda su familia. Es una decisión muchas veces difícil. Yo tuve la experiencia de vivir en otro país. Pero también me gusta pensar en esa cuestión de las relaciones que se generan entre la naturaleza, entre ciertos tipos de insectos y nuestra propia vida. Es decir estas mariposas, realmente son migrantes, y  se mimetizan para poder despistar a sus depredadores. Pero, también hay otros insectos que en su vida pasan por mutaciones, o hibridaciones, que son todo tipo de cambios que nos están diciendo que uno puede redefinirse, yo creo que es la mayor aspiración del ser humano. Realmente encontrarse con quién uno quiere ser, o desea ser. Cambiar, no un cambio físico, sino espiritual, que luego derivará en otra serie de tomas de decisiones. Muchas de estas experiencias pude vivirlas en carne propia, y muchas son comunes en mi generación: la de animarse a dar un salto, a redefinirse.

¿Encontrás conexiones entre tu primera muestra y esta última?

Mis primeras muestras, justamente, fueron de papeles recortados. La primera que hice fueron unas torres de madera, muy grandes, que eran como árboles huecos, y mucha gente la interpretó como una protesta medioambiental. Luego, seguí trabajando con papeles muchos años, después vinieron las mariposas y también empecé a trabajar con vanitas, con barro, con cuarzo, con amatistas. La última muestra que hice en Oberá y en Corrientes, tenía que ver con grandes seres y con esculturas blandas hechas con yerba mate y con ponchadas de yerba. Y esta, en Madrid,  muestra vuelve un poco al origen, al principio. En el frente del Palacio de Linares, en Plaza Cibeles, está suspendida una gran mariposa de diez por cinco metros. Y es muy similar, tiene las mismas características de la que presenté en la Bienal del Fin del Mundo. Pero, esta es una mariposa migrante, está inspirada en una especie nativa de Misiones, que también habita los cielos porteños que es la Junonia Genoveva Hilaris, vulgarmente la llaman Cuatro ojos, y yo usé la versión de la hembra para inspirarme, para hacer esta gran mariposa. En el interior, en la Sala Torres García hay sesenta mariposas gigantes que están suspendidas, acompañadas de pinturas de huevos, representan estos ciclos de la vida, pero también representan la cuestión de las migraciones. Es una vuelta a un momento, yo creo que en toda mi producción actualmente conviven las diferentes técnicas y materiales de todas mis producciones, incluso en la muestra que viene voy a volver a utilizar barro, la cuestión de la vanita y el ciclo, incorporándole algunos elementos performáticos.

¿Qué considerás de positivo en mostrar tu trabajo en una capital cultural como Madrid?

Al hacer esta muestra tuve que crear un símbolo entre dos ciudades, que eran Buenos Aires y Madrid, y ese símbolo fue esta gran mariposa que está colgada. Y, después, me parecía muy interesante la cuestión de hablar de estos ciclos migratorios entre los españoles a Argentina, en un momento muy difícil para ellos; otro ciclo con los argentinos que vinieron a Madrid, y a mí me gusta pensar que nuestro país en algún momento, en un nuevo ciclo, va a volver a acoger a los hijos o nietos de estos argentinos migrantes. Y estas relaciones me parece que están presentes en esta muestra, las mariposas están volando, están migrando o están en su etapa final, la etapa de imago, que es la última fase. Me parece interesante la parte que representa a miles de argentinos que están en este país y en esta ciudad que realmente pueden sentirse identificados, pero también es muy importante mostrar el arte argentino en Madrid. Después de la Feria ARCO, que terminó hace muy poco, comenzó este programa que es Conexión Buenos Aires – Madrid, que es la posibilidad de que los madrileños y los españoles comiencen a ver nuestra producció artística y cultural también. Personalmente fue un desafío muy grande, y lo está siendo, y es una experiencia muy valiosa para mí.