Por Fernando Oz
Digamos las cosas como son: En el juego del poder, todas las alianzas son posibles. Sí, todas. Pero no siempre las cosas terminan bien y podríamos hablar hasta el hartazgo de fraternales uniones que terminaron en grandes masacres, de casamientos arreglados que concluyeron en traiciones o de pueblos de fe devota que no han dudado en olvidar sus creencias cuando la ola de crucificados llegaba hasta sus fronteras.
Los abanderados en ideologías también han tenido sus alianzas. Hay varios pasajes donde las izquierdas y derechas han combatido a la par. Convengamos que en las iglesias también hay científicos.
Estoy hablando del Poder, con mayúscula; de política sin los aditamentos morales o éticos que aportan las ideologías, las religiones, o cualquier tipo de cultura. Lamento informarles que, pese a su evolución, la especie humana sigue teniendo caninos. Es así, aunque a los veganos se indignen cuando ven un bife de chorizo, vuelta y vuelta, a medio punto y con pimienta negra. Y la política moderna, al margen de sus diversas definiciones y teorías, no es otra cosa más que un medio pacifico para que el de aquella vereda no se mate a garrotazos con el de aquella otra por una jugosa y tierna vaca, un pedazo de tierra, una mujer, un hombre, o lo que fuese.
Semejante rollo viene a que he leído por allí sobre la acaramelada relación entre el gobernador Oscar Herrera Ahuad y el siempre sobreviviente Daniel Scioli. Días atrás recibí la llamada de un amigo, que hace de las suyas con una de las consultoras más cotizadas del país, para decirme que Daniel volvía a subirse a la carrera por la presidencia, que el hombre aún tiene ganas de competir.
Preguntar en público a un político que acaba de asumir como ministro si será candidato a poco más de seis meses del inicio de un año electoral, es no entender nada de política. Todo indica que un sector del peronismo ve a Scioli como un potencial candidato, observa en él a un conciliador en medio de un escenario hostil en donde se pone en juego la continuidad en el Poder.
En 2015 la Renovación acompañó sin vacilar la candidatura presidencial del ahora ministro de Desarrollo Productivo. La relación entre Carlos Rovira y Scioli siempre fue buena y directa. Para el exmotonauta, el líder de la Renovación siempre fue un hombre de consulta y alguien “en el que siempre puede confiar”, dicho por sus propias palabras.
¿Volverá la Renovación a la boleta larga? ¿Le pondrá el pecho en primera línea ante una posible candidatura presidencial de Scioli? ¿Por qué no? ¿En qué cambiarían las cosas si la Renovación mantiene sus pilares?
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El surgimiento de las autonomías
Con o sin boleta corta, el Misionerismo ya forma parte de un pensamiento político en constante evolución que atañe a todos los habitantes de la provincia por igual. Al ser un amplio proceso en plena construcción, es lógico que haya diferencias sobre algunas cuestiones, pero sus bases se constituyen de un consenso vinculado a la identidad, a la tierra, a una frontera delimitada por un sentido de arraigo.
La idea de autonomía económica y política es antiquísima, pero en los últimos años ha tenido un resurgimiento como consecuencia de los resultados adversos de la globalización. Sucede que el balance no ha sido equilibrado: es cierto que redujo la pobreza en varios lugares del mundo, pero también es cierto que las desigualdades se incrementaron de modo obsceno, lo que corrompe los sistemas políticos y destroza la cohesión de las sociedades.
Hace casi un mes, en los bares de Madrid se discutía sobre la obligatoriedad del catalán en Cataluña. ¿Por qué el castellano es obligatorio, pero no las lenguas propias de cada comunidad autónoma? Podría poner otros ejemplos, incluso el extremismo de la propia guerra en Ucrania. Las autonomías tienen componentes históricos, culturales, pero, sobre todo económico y político.
En lo conceptual, el Misionerismo no es otra cosa más que un principio de autonomía. El “vivir con los nuestro”, es eso. Mientras la Renovación siga consolidando y manteniendo esos cimientos, las posibles alianzas políticas con lo que ocurra del otro lado de nuestras fronteras no es más que parte de una estrategia coyuntural. Mientras se tenga en claro eso, lo de la boleta larga o corta no debería ser motivo de una discusión que trascienda lo netamente electoral.
La discusión de la oposición es otro cantar. El PRO, la UCR, Activar (Pedro Puerta), y el Peronismo Republicano (Ramón Puerta), observan con catalejo lo que ocurre del otro lado de las fronteras de la Tierra Sin Mal. Hasta ahora coinciden en un punto: “hay que ver qué pasa”. Es decir que la estrategia que apliquen a futuro dependerá del que vaya a ser candidato a la presidencia por el espacio de Juntos por el Cambio: Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Gerardo Morales, Facundo Manes, Alfredo Cornejo, y Miguel Ángel Pichetto. Incluso hasta les preocupa saber qué sucederá con el outsider Javier Milei.
Hasta aquí la brújula de la Renovación pareciera tener un norte claro, concreto, puertas adentro. La orientación de Juntos por el Cambio en Misiones es una incógnita que posiblemente se acomode con las decisiones que se tomen del otro lado de nuestras fronteras. |