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Francisco Vargas, el creador que hace del humor familiar un fenómeno viral

De Santo Tomé a Posadas, de Australia a las redes: con frescura, autenticidad y mucha risa, Francisco Vargas se consolida como una de las nuevas caras del contenido digital ¡Entrá en la nota y conocelo!

Con 26 años y una historia marcada por viajes, estudio y reinvención, Francisco Vargas comienza a hacerse un nombre en el mundo del entretenimiento digital. Nacido en Santo Tomé, Corrientes, pero con el corazón puesto en Misiones, llegó a Posadas en 2018 para estudiar Comunicación Social en la UNaM y, desde entonces, se siente —como él mismo dice— “más misionero que correntino”. Allí formó su círculo afectivo, construyó su identidad y empezó a trazar el camino que hoy lo tiene en pleno crecimiento como creador de contenido.

Su recorrido es tan diverso como interesante: intercambio cultural en Francia con Rotary, formación como Técnico Superior en Óptica y Contactología, trabajo en ópticas y laboratorios de Posadas, cursos como instructor de GAP y personal trainer, y una experiencia laboral intensa en Australia, donde actualmente se desempeña como manager de hostel y bartender. Todo ese bagaje convive hoy con una faceta que siempre estuvo latente: la de contar historias y hacer reír.

El salto a las redes no fue planificado, pero sí muy deseado. Fanático de YouTube desde la adolescencia, Francisco postergó durante años su sueño de crear contenido hasta que, ya instalado en Australia, entendió que no tenía más excusas. Con equipo propio y muchas ganas, empezó a subir videos, primero a YouTube y luego a Instagram, apostando a reels de humor cotidiano, observacional y profundamente cercano.

El punto de inflexión llegó cuando decidió mostrar su intimidad familiar. Los videos junto a sus padres —personajes entrañables, correctos, chapados a la antigua y absolutamente genuinos— generaron una identificación inmediata. La relación con su mamá, especialmente, se volvió viral: el contraste entre su personalidad descontracturada y el amor incondicional de una madre que lo malcría sin pudor conquistó a miles de usuarios.

En apenas tres o cuatro meses, su cuenta pasó de cero a más de 2.200 seguidores, con videos que superan el millón de visualizaciones y decenas de miles de likes. Un crecimiento acelerado que confirma algo que Francisco ya intuía: la autenticidad conecta. “No hago personajes, soy yo”, repite, convencido de que el humor más efectivo nace de lo real y de animarse a mostrarse tal cual uno es.

Hoy, mientras disfruta de unas vacaciones en Posadas y Corrientes antes de regresar a Australia, Francisco sigue creando, aprendiendo y soñando. Vive abiertamente su identidad, proyecta darle mayor espacio a contenidos ligados a la comunidad LGBT y no esconde su deseo de, algún día, vivir de las redes. Por lo pronto, celebra el presente: risas compartidas, familia unida y un público que crece día a día. Porque a veces, lo que empieza como un hobby termina convirtiéndose en el mejor de los destinos.