Nada de multitudes ni listas infinitas: con solo 90 invitados ultra selectos, estilo, detalles y perfume a Mediterráneo, los Productores de Eventos, Danny Hartmann y Gastón Ciganda dieron el paso y se casaron como siempre soñaron.
Desde el minuto uno, todo estuvo inspirado en la isla de Capri y las estampas más icónicas de Dolce & Gabbana. Almohadones, menús, paredes, flores… todo hablaba de ese aire mediterráneo, sofisticado y fresco, con una paleta que iba del blanco al azul profundo, pasando por celestes que combinaban con maderas, espejos, velas barrocas y copones estilo romano.






El toque glam lo puso el interior del salón, donde el negro y los espejos se robaron la escena. Y por supuesto, la mesa de dulces fue un espectáculo aparte, con el sello Dolce Amore, una pastelería de autor armada con tanto detalle que daba pena comérsela. Maia Rodríguez fue la artista detrás de las delicias, acompañadas de una verdadera cafetería con máquina de espresso real, para esa madrugada que pedía café y dulzura.
Según pudo saber TSM, la barra no se quedó atrás: carta corta pero con hits, y el gran protagonista fue el spritz preparado por Cristian Bazán, que además se mandó un showcito flair revoleando botellas. Un detalle que hizo del brindis una ovación.



En cuanto al look, ambos novios se lucieron con trajes de terciopelo importado diseñados a medida en Buenos Aires. Uno azul profundo y otro negro, con diferencias sutiles en la confección y accesorios que trajeron directo desde España. Zapatos de charol, cintos a tono y elegancia a full. El sastre que los vistió, Giuseppe tiene en su historial a figuras como Coppola y Flavio Mendoza –sí… Nivel internacional.
La ceremonia fue en la Estancia La Soñada, con un semicírculo de flores soñadas frente al lago. El repertorio musical fue bien argentino, pero en versión de piano, violín y chelo. El toque emotivo lo dió una ex novia de la pareja que ofició la ceremonia civil. ¡Lágrimas, risas y votos que hicieron vibrar!



A la hora de la fiesta, DJ Chappa prendió fuego la pista. Flavio Bogado se encargó de la técnica con pantallas hasta en el techo y ambientación lumínica nivel festival. Cotillón hubo, pero nada de lo clásico: pelucas corte carré, lentes neón y de fondo, cómo no, ¡Raffaella Carrà! Porque si se hace, se hace bien. Hasta los papelitos que volaban estaban pensados: nada de plateado aburrido, fueron azules para seguir con la estética. ¡Sí, todo todo estuvo diseñado al detalle!
El menú fue una joyita: saltimbocca de plato principal y una recepción que incluyó vinos exclusivos presentados por un sommelier, con blends que incluían Torrontés, Malbec y espumantes de Catena Zapata. ¿Los ingredientes? ¡Traídos por ellos mismos en la valija desde Europa!



Y como si fuera poco, el dress code fue todo un suceso: tonos cálidos y fríos, mucho brillo, outfits de diseñador y una pasarela de looks soñados. Invitados top, familia íntima y proveedores que se convirtieron en amigos.
El dato final que nos encantó: las arañas de cristal colgaban sobre la pista como si estuvieras en un cuento. Y sí, en esta boda todo brilló. Desde el amor hasta los papelitos.
“Fue una fiesta que nos representó al 100%”, dijeron los novios en las redes sociales. Y se notó: cada rincón, cada trago, cada canción tenía su sello. ¡Felicidades a ambos!
