La Tierra sin mal fue testigo de un espectáculo inolvidable, este sábado en la capital misionera. Desde temprano, cientos de fanáticos hicieron largas filas para ver a Andrés Calamaro. Remeras rojas y negras; y camisetas del astro musical formaban parte del outfit de la jornada. El reloj marcaba las 19:00 cuando el Anfiteatro Manuel Antonio Ramírez abrió sus puertas y una marea humana buscaba su lugar para formar parte de la magia de la noche.
Ilan Amores fue el artista encargado de preparar el terreno para El Salmón. Con una especie de homenaje al estilo de la noche, el músico creó una atmósfera única y un anticipo ideal para dejar todo listo en la llegada del maestro. La combinación de cumbia, punk y cultura litoraleña logran una combinación muy genuina y propia del gran músico que es Amores.
Eran las 21:00 y el grito de “Olé, olé, olé, Andrés”, resonaba en todo el Anfiteatro. Las luces se apagaron y el silencio de la expectativa cayó sobre la multitud. Entonces apareció él. Camisa violeta, lentes oscuros y bandana, una figura casi mítica, envuelto en una aureola de humo y luz. En su guitarra sonaron las primeras notas de ‘El Día de la Mujer Mundial’, la canción que marcaría el inicio del show.
‘¿Para qué?’ fue el segundo tema de la noche que dio lugar a las primeras palabras del artista en el escenario. “Misiones, gracias. Buenas noches”, dijo el músico y los gritos eufóricos colmaron todo el anfiteatro. Las guitarras se lograron imponer sobre las voces de los fanáticos, quienes frenaban para escuchar uno de sus clásicos: ‘Cuando te conocí’.
‘Sin decir una palabra’, ‘Más duele’, ‘Te quiero igual’ y ‘Una bomba’ formaron parte de la primera hora del recital. El viento del Paraná soplaba afable y la voz ronca de Calamaro tejía un hechizo que mantenía cautivado a la multitud, quienes escuchaban por primera vez en la noche: ‘’Eclipsado’.
Los gritos de ‘olé, olé, olé’ continuaron y con la gratitud que lo caracteriza, el músico expresó: “Misiones, Argentina. Buenas noches. Gracias”. Las luces se apagaron y ‘Los aviones’ fue la melodía elegida por Andrés, quien sobre tablas realizó un baile, fiel a su estilo, que dejó en evidencia su carisma indemne.
‘All you need is pop’, ‘La parte de adelante’, ‘No tan Buenos Aires’ y ‘Cuando no estás’ fueron las canciones que precedieron a una de las melodías más esperadas. Con los celulares encendidos, un mar de rostros iluminados formó una sinfonía colectiva con ‘Crímenes perfectos’.
Lo que parecía ser el cierre del concierto, se acercaba, cuando el músico interpretó uno de sus hits: ‘Flaca’. Tras el final de la canción, el cantante salió de escena por unos minutos mientras las voces con sed de más, aclamaban al artista al grito de “Una más y no podemos más”.
El regreso fue inminente y la maestría del narrador se vio reflejada en una de las canciones por excelencia. Sus dedos danzaban sobre las cuerdas, para dar forma a una de las melodías más coreadas de la noche: ‘Estadio Azteca’.
‘Los chicos’ fue la canción de cierre del show, que duró cerca de dos horas. Con un saludo final, Andrés Calamaro se despidió del público misionero. Una vez más, el artista dejó un recuerdo imborrable y el eco de sus canciones que resonarán en el recuerdo de la noche posadeña.
PH: Marcos Otaño.