Desde la primavera del 2021 funciona en Villa Sarita una panadería muy particular, ubicada sobre la esquina de Roque González y Gral. Frías que se volvió popular en el barrio por la calidad de absolutamente todos sus panificados. Lo dulce y lo salado tienen igualdad de condiciones, y hay opciones muy sabrosas para hacer un brunch o tomar algo refrescante. Algo en el ambiente recuerda a las viejas confiterías y a la vez posee una cocinada vidriada que deja ver todo el proceso del oficio, como una especie de obra, una declaración de principios.
Federico Suárez fue quien soñó este lugar con el fin de transmitir lo que siente desde el placentero acto de comer y cocinar. “Me gusta que la gente coma, vincularme a través de eso. Desde que tengo 14 años arranqué haciendo alfajores, después a los 18 entré a trabajar en un restaurante y no me fui nunca más” cuenta.
Federico nació en Bragado, provincia de Buenos Aires, y luego de una vida de muchas idas y vueltas trabajando en diferentes cocinas, decidió acomodarse en Posadas para pasar tiempo con su familia. La idea original para su emprendimiento era una pizzería, pero las cosas fueron cambiando y ante la posibilidad de tener su propio emprendimiento, no dudó y eligió tener una panadería porque vio allí la chance de cocinar con total libertad.
Según su visión, “lo importante es ser genuino, si hacés las cosas de manera forzada eso se va a notar tanto como si lo que hacés no está enfocado en lo gastronómico”. En particular, su pasión viene de su primer trabajo en un hotel: “Cuando las cocinas son grandes, se dividen en sectores por entrada, plato principal, y demás. A mí siempre me gustó pasar al sector de panadería y cuando me tocó estar a cargo era al lugar que iba para despejarme, era mi lugar de disfrute”.
Y lo sigue siendo, en realidad, porque Federico trabaja desde muy temprano, como desde las 4 de la mañana en algunas oportunidades. Se ríe porque cuenta que los vecinos al pasar en las primeras horas de la mañana, lo saludan y le preguntan si está abierto aunque las luces del local estén apagadas.
Comenzó trabajando con un equipo de tres personas y hoy ya son nueve, entre la cocina y quienes atienden al público. “Todo fue muy paulatino, a mí me gusta hacer pan y además tengo una forma de trabajo en la que necesito estar en situación”.
En principio, se imaginó vendiendo distintos tipos de panes, después ofrecieron pancuca (muy popular en nuestra región) y al cabo de unos meses aparecieron las primeras facturas. “Yo vivo mi vida a través de la gastronomía” asegura Federico.
“En esto pongo mi tiempo, mi energía, mi todo y ahora este proyecto me acercó a un concepto en el que hago lo que quiero, como tengo ganas de hacerlo. Fueron muchos años de trabajar para otras personas y ahora puedo experimentar, tomar decisiones sobre algún producto y arriesgar”.
Sobre sus planes a futuro admite que se ve probando nuevas cosas, incorporando nuevas delicias y manteniendo siempre por delante la figura de la cocina.
“Mientras la gente coma y le guste, para mí ya está” dice Federico. Está claro que los vecinos de Villa Sarita y otros posadeños agradecerán estas nuevas incursiones que La Pana tiene pensadas para todas esas meriendas del mañana.|