Cada vez son más fugaces los momentos de alegría y la esperanza de un futuro lleno de cosas diferentes que se van postergando por atender “lo urgente”. Aunque el comienzo de un año calendario puede ser la excusa perfecta para implementar cambios de vida, nuevas rutinas o nuevos hábitos, no necesariamente se deben regir por este evento. Cualquier momento es oportuno para comenzar a trabajar por los deseos que se tenga.
Hacer sin ganas
Aburrimiento, fastidio o falta de ganas son algunos de los argumentos con los que se justifica no lograr los objetivos propuestos. Esto sucede porque el cerebro siempre recurre a lo conocido, por eso implementar un hábito nuevo es un desafío.
“Al cerebro no le gustan los cambios porque en eso gasta mucha energía, requiere de mucho esfuerzo. Para él es más fácil sostener los comportamientos habituales, porque eso es lo que conoce y desde ahí es mucho más fácil operar”, explicó el conferencista, emprendedor y autor de tres libros sobre desarrollo personal y motivación, Carlos Fernández en una entrevista con Infobae.
La ausencia de entusiasmo, motivación, energía o simplemente de “ganas” suele ser la excusa más común para dejar de lado algo que se dijo querer, por lo que “contar con motivación para hacer las cosas es la peor estrategia, porque no siempre vamos a tener la misma energía. La motivación nunca llega cuando la necesitamos”, añadió Fernández.
Hoja de ruta
Improvisar y resolver sobre la marcha nunca será una fórmula que brinde los resultados esperados. En cambio, una buena planificación y la revisión de ciertas dinámicas individuales son parte del primer paso necesario para el logro de objetivos.
Un plan de acción debe estar escrito y contener objetivos con ciertas características que faciliten su ejecución:
- Claros, con la mayor cantidad de detalles y especificaciones sobre lo que se quiere lograr.
- Realistas, los objetivos logrables son fundamentales para no terminar en el derrotero de la frustración. Debe estar garantizado que lo propuesto es factible.
- Medibles, llevar el registro de pequeños indicadores los convierte en señales de cuánto se está avanzando.
Actuar y permitir que las acciones programas den resultados también forman parte del engranaje que debe activarse para el logro de nuevos proyectos.
Pensamientos, emociones y acciones
Aprender a cuidar los pensamientos, así como las emociones también forma parte de las recomendaciones del conferencista para poder alcanzar nuevos objetivos. “El pensamiento siempre precede las acciones y comportamientos que estamos ejecutando. Si yo tengo una creencia, detono un pensamiento. Si yo tengo un pensamiento particular, me emociono de una manera particular y esa emoción me ayuda a tener acciones más o menos alineadas con mis objetivos”, añadió.
Crear un sistema emocional o “brújula emocional” que conduzca al logro es tan importante como el resto de las piezas del engranaje que permite moverse hacia un nuevo lugar fuera de la denominada “zona de confort”.
“La revisión de las creencias es lo primero en lo que yo invito a la gente a trabajar, para que no se queden a mitad de camino. Cuando las creencias cambian acompañan al pensamiento y eso acompaña el comportamiento”, acotó.
El resultado de estas nuevas acciones será la sensación de logro y empoderamiento que permitirá avanzar hacia la fase final del camino: convertirte en una persona que logra lo que se propone y hace lo que dice que va a hacer.|